HAY QUE ADAPTAR EL MANEJO DEL CULTIVO A LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS
Durante la pasada campaña se ha estado observando como algunas de las entregas de aceitunas han presentado un mal aspecto y un nivel de acidez superior a lo habitual. Esto significa que a lo largo del año han surgido plagas y enfermedades como la mosca del olivo, aceituna jabonosa,…
Son muchos los aspectos a vigilar y tener en cuenta. En los últimos años, en nuestros olivares se ha estado produciendo una renovación de plantaciones arrancándose árboles envejecidos de variedades tradicionales, con marcos de plantación muy amplios y poco alineados. Han sido sustituidos por otros con marcos más estrechos y alineados, que facilitan la mecanización, formándolos a un solo pie y con variedades diferentes como marteño y hojiblanca.
Estos cambios conllevan una incidencia diferente de plagas y enfermedades, por lo que hay que adaptar el manejo del olivar a las nuevas circunstancias. Las dos variedades mencionadas tienen un comportamiento diferente respecto de las tradicionales. El marteño es muy susceptible al repilo y a la verticilosis, siendo también susceptible a la mosca del olivo, mientras que frente a la aceituna jabonosa es resistente. De otra parte, la hojiblanca es susceptible a repilo, tuberculosis, verticilosis y mosca del olivo; y altamente susceptible a aceituna jabonosa.
Ahora que comenzamos el ciclo de cultivo es momento de vigilar los primeros síntomas que se manifiesten, especialmente los de la primera enfermedad que suele aparecer: el repilo. Está causada por hongos, que comienzan su desarrollo con humedades altas (lluvias o rociadas fuertes) y una temperatura sobre los 15ºC. Se tienen que dar estas 2 circunstancias a la vez y durante 2 días de forma continua.
El principal método de control es la prevención. Esto se consigue primeramente con una poda adecuada. Copas de olivos muy densas, con muchas ramas y brotes, hacen que su interior no esté bien aireado, presente mucho sombreamiento y crea un microclima de elevada humedad, ideal para el repilo. Por esto una poda con una periodicidad proporcionada, en la mayoría de los casos suele ser cada tres años, es nuestro primer aliado.
La siguiente medida a realizar es el control químico, acudiendo a tratamientos foliares con productos fitosanitarios. De entre estos hay dos grandes grupos: los preventivos y los curativos. Los primeros se deben aplicar antes de la aparición de la enfermedad para evitar su desarrollo. Son compuestos a base de cobre. Los segundos se emplean cuando ya hay síntomas de enfermedad, siendo diversas las sustancias existentes. También hay productos que combinan las dos acciones. Todos estos productos fitosanitarios pueden actuar a la vez frente a varias enfermedades, como por ejemplo el repilo, la tuberculosis y la aceituna jabonosa.
Lo más importante es saber qué solución utilizar en el momentos más efectivo y de la mejor forma posible. Para todo ello, el socio tiene a su disposición al servicio técnico de la Cooperativa