EL CONSUMO MEDIO EN ESPAÑA ESTA POR DEBAJO DE LAS RECOMENDACIONES
MITO 1: Si el colesterol sanguíneo es alto, debe reducir o dejar de consumir leche y productos lácteos.
FALSO: El consumo de leche y productos lácteos tiene un efecto pequeño y transitorio sobre el nivel sanguíneo de colesterol. Por el contrario, su consumo tiene un efecto hipotensor, mediado por el efecto del calcio y la presencia de péptidos bioactivos. Los estudios epidemiológicos demuestran que el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular es un 17% menor en los individuos que consumen leche.
MITO 2: Si quiero perder peso debo dejar de consumir leche y sus derivados.
FALSO: El calcio reduce la digestibilidad de las grasas y tiene un reconocido efecto sobre las células del tejido adiposo, aumentando la pérdida de grasa. Además, la leche contiene unos péptidos bioactivos que generan una sensación de saciedad, reduciendo el consumo de alimentos. Estudios clínicos han demostrado que el consumo de leche en dietas hipocalóricas reduce el peso un 10% más que las mismas dietas sin productos lácteos.
MITO 3: El consumo de leche puede provocar diabetes adquirida (tipo 2)
FALSO: La leche es uno de los alimentos con un índice glicérico más bajo. Además, los afectados por diabetes suelen tener problemas de obesidad y cardiovasculares, efectos que se reducen con el consumo de leche y sus derivados. Los estudios epidemiológicos demuestran que el riesgo de padecer diabetes tipo 2 es un 67% menor en los individuos que consumen leche.
MITO 4: El consumo de leche se ha asociado con el riesgo de padecer cáncer.
FALSO: Los estudios científicos serios que hacen esa relación son escasos. El riesgo de padecer un cáncer colon-rectal es un 26% inferior en los individuos que consumen leche. Su carácter anticancerígeno se atribuye al efecto protector del calcio y a la actividad de una grasa presente exclusivamente en productos derivados de rumiantes (vacas, ovejas, cabras).
MITO 5: El consumo de leche produce exceso de mucosidad y asma.
FALSO: estudios ciegos (donde el paciente no sabe si consume leche o un placebo) indican que ni el aumento de mucosidad ni la incidencia del asma están asociados al consumo de leche.
MITO 6: La leche es responsable de gran parte de las alergias alimentarias.
FALSO: Los estudios clínicos indican que entre el 2-6% de los niños y el 0,1-0,5% de los adultos son alérgicos a la leche. Ello implica que un número elevado de niños alérgicos dejan de serlo en la vida adulta. La alergia a la proteína de la leche es una realidad que afecta a una pequeña proporción de la población. El mito es la sobredimensión del diagnóstico.
MITO 7: Existe una pequeña proporción de la población que es intolerante a la lactosa.
CIERTO: La intolerancia a la lactosa (el azúcar de la leche) es el resultado de la falta de una enzima (la lactasa) que la digiere. Se estima que en España la incidencia de intolerancia al consumo normal de lácticos es del 11 al 15%. Los individuos parcialmente intolerantes pueden consumir productos bajos en lactosa (yogurt), leche sin lactosa o productos lácteos con pastillas de lactasa.
MITO 8: Somos los únicos mamíferos que consumimos leche después de la lactancia materna.
CIERTO: Somos los únicos mamíferos que hacemos muchas cosas (cocinar, cultivar vegetales, crear mitos,…). Pero ello no implica que debamos de dejar de tomarla. La evidencia médica indica que los individuos que consumen leche tienen una esperanza de vida mayor.
El consumo diario recomendado:
La pirámide de los alimentos (recomendaciones de las instituciones públicas nacionales y supranacionales) indica que el consumo de leche y productos derivados debe ser de 2 a 3 raciones en adultos y de 3 a 4 raciones en niños-adolescentes, embarazadas, mujeres post-menopáusicas e individuos en la tercera edad. Una ración es equivalente a un vaso de leche, 2 yogures o postres lácteos del mismo tamaño; 80 gramos de queso fresco o 30 gramos de queso madurado.
El consumo medio de leche y productos lácteos en España está por debajo de las recomendaciones. Si por razones justificadas (alergia, intolerancia, etc…) decide dejar de consumir leche o sus derivados es necesario consultar con un dietista. Cubrir las necesidades de calcio sin productos lácteos es posible, pero requiere seguir un régimen alimentario estricto. Las consecuencias de un déficit de calcio son graves (enfermedades cardiovasculares, algún tipo de cáncer, prevención de diabetes, osteoporosis,…) y su importancia no debe menospreciarse.