Un reciente estudio, titulado “Análisis de las preferencias sociales hacia las funciones del olivar en pendiente y zonas desfavorecidas en Andalucía” confirma la relevancia de las diferentes funciones que cumple este cultivo en nuestra región. El olivar de montaña, predominante en la Sierra de Cádiz, se define pricipalmente por la limitación causada por una elevada pendiente (>20%), que dificulta la mecanización completa de las labores. Si bien la calidad de los aceites obtenidos es contrastadamente alta (con mayores niveles de polifenoles, por ejemplo), afectan a menudo factores secundarios como la altitud y unos suelos pobres y poco profundos, que finalmente determinan una baja rentabilidad, debido a unos elevados costes de producción provocados por las dificultades de la mecanización y las restricciones del medio físico.
El citado informe resalta que la escasez de rendimientos y rentabilidad podría desembocar en un próximo futuro hacia un progresivo abandono de la actividad productiva en estas zonas. Las consecuencias serían desastrosas, pues las pérdidas no solo afectarían al papel ambiental (biodiversidad, control de la erosión, mantenimiento del paisaje, lucha contra el cambio climático, etc.) que cumplen hoy en día estos cultivos, sino también al aspecto social (creación de empleo, fijación de la población rural, etc.) y económico (producción de alimentos, eficiencia de las explotaciones, infraestructuras, etc.).
La solución pasaría por apoyar la puesta en marcha de leyes efectivas que protejan al olivar de montaña como actividad productiva necesaria, por ejemplo mediante pagos específicos, y al mismo tiempo incentiven la creación nuevos bienes y servicios públicos entre la población rural, de manera que la riqueza natural y cultural atesorada pueda estar más fácilmente al alcance una sociedad que cada vez valora más la importancia real de estos entornos serranos.