jueves 31 de mayo, 2018
En estos momentos el olivo se encuentra en el estado de formación de las inflorescencias. Quiere decir que nos encontramos con que el olivar tiene un retraso de aproximadamente dos semanas con respecto a otros años, en los que por estas fechas ya se encontraban en floración.
Este retraso ha sido debido a las condiciones meteorológicas de marzo y abril, meses en los que las lluvias y el frío no han dejado que el olivo se haya desarrollado normalmente.
Este retraso puede tener su lado positivo, pues las plagas suelen estar sincronizadas con el ciclo del olivo y al verse retrasado este, la plaga no encuentra al olivo en su momento para atacar al órgano que corresponda (Prays a la flor, glyphodes a brotación) siendo los daños causados por estos agentes menores a lo que serían en años normales.
Las abundantes precipitaciones de los meses pasados influyen en la sanidad del cultivo, de dos formas:
– Por una parte son beneficiosas, pues provoca la muerte por ahogamiento de insectos que pasan el invierno en forma de pupa en el suelo, como puede ser la mosca del olivo, el escarabajo picudo, etc.
– Por otra son negativas pues, ayudan a la dispersión y posterior infección de hongos que atacan a la parte aérea del olivo como el repilo y la aceituna jabonosa entre otras, por lo que se deben tratar los olivos con compuestos cúpricos que impidan estas infecciones.
En plantaciones recientes es importante aportar tierra sobre el tronco, de forma que se estimule la emisión de raíces que palíen los daños provocados por el exceso de humedad, sobre todo en aquellos plantones en que se quedó hecha la poceta. En estos casos se pueden aplicar bioestimulantes como el Isabión o el Siaptón para tratar de minimizar los daños provocados por los encharcamientos.